ISSN: 2959-6513 - ISSN-L: 2959-6513

Volumen 1 No. 2 / Julio - diciembre 2021

Páginas 60 – 79

 

 

 

Protesta y movimiento social de masas: Contexto boliviano al inicio del primer mandato presidencial de Evo Morales Ayma

Protest and mass social movement: Bolivian context at the beginning of the first presidential term of Evo Morales Ayma

Protesto e movimento social de massas: o contexto boliviano no início do primeiro mandato presidencial de Evo Morales Ayma

 

 

Hugo Sergio Velásquez Marín

Mivalleflorido@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-0214-3895

Universidad Andina Simón Bolívar, Sucre, Bolivia

http://doi.org/10.59659/revistatribunal.v.1i2.9

 

Recibido abril 2021 / Arbitrado en mayo 2021 / Aceptado en junio 2021 / Publicado julio 2021

 

 Resumen

 Esta investigación contextualiza el momento histórico vivido al inicio del primer mandato presidencial de Evo Morales Ayma (principios 2006), enfatizando en las protestas y movimientos sociales de masas, con el objetivo de caracterizar los movimientos sociales en Bolivia e identificar su importancia. La investigación se desarrolló bajo el paradigma naturalista y se sustenta en la base teórica y estado del arte referente al tema en general, y a Bolivia en particular. Como resultado se determinó que la participación de estos movimientos ha sido más activa a partir del siglo XXI, demostrando emergencia sucesiva destacable, poniendo en entredicho la viabilidad de las instancias formales de expresión y acción del gobierno y del Estado para resolver sus reclamos. Se concluyó que, considerando la configuración del gobierno de Bolivia en 2006, ya se podía perfilar que el sistema de gobernabilidad se mantendría en un juego dinámico y estable de exigencia y concesión de determinadas reivindicaciones que no debilitaría al órgano ejecutivo.

 

 

 Palabras clave:

Movimientos sociales; Estabilidad política; Gobernanza; Demandas sociales; Grupos sociales

 Abstract

 This research contextualizes the historical moment experienced at the beginning of the first presidential term of Evo Morales Ayma (early 2006), emphasizing the protests and mass social movements, with the aim of characterizing the social movements in Bolivia and identifying their importance. The research was developed under the naturalistic paradigm and is based on the theoretical basis and state of the art regarding the subject in general, and Bolivia in particular. As a result, it was determined that the participation of these movements has been more active from the 21st century, demonstrating a remarkable successive emergence, calling into question the viability of the formal instances of expression and action of the government and the State to resolve their claims. It was concluded that, considering the configuration of the Bolivian government in 2006, it could already be outlined that the governance system would remain in a dynamic and stable game of demanding and granting certain demands that would not weaken the executive body.

 Keywords:

Social movements; Political stability; Governance; Social demands; Social groups

 

Resumo

Esta pesquisa contextualiza o momento histórico vivido no início do primeiro mandato presidencial de Evo Morales Ayma (início de 2006), enfatizando protestos e movimentos sociais de massa, com o objetivo de caracterizar os movimentos sociais na Bolívia e identificar sua importância. A pesquisa foi desenvolvida sob o paradigma naturalista e está baseada na base teórica e no estado da arte sobre o assunto em geral, e a Bolívia em particular. Como resultado, constatou-se que a participação desses movimentos tem sido mais ativa desde o século XXI, demonstrando notável emergência sucessiva, colocando em questão a viabilidade das instâncias formais de expressão e ação do governo e do Estado para resolver suas reivindicações . Concluiu-se que, considerando a configuração do governo boliviano em 2006, já se poderia delinear que o sistema de governança permaneceria em um jogo dinâmico e estável de cobrança e concessão de certas reivindicações que não fragilizariam o poder executivo.

 

Palavras-chave

Movimentos sociais; Estabilidade política; Governança; Demandas sociais; Grupos sociais

 

INTRODUCCIÓN

El expresidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, junto al exvicepresidente, Álvaro García Linera, gobernaron este país con el respaldo del partido político socialista MAS (Movimiento al Socialismo) durante 14 años (22 enero 2006 -10 de noviembre de 2019), habiendo sido elegidos en tres elecciones nacionales consecutivas. Durante estos años la participación de los movimientos sociales fue protagónica y merece ser estudiada a profundidad. Este artículo científico contextualiza el momento histórico vivido al inicio del primer mandato presidencial de Morales (principios 2006), enfatizando en las protestas y movimientos sociales de masas. En ese momento, la “Asamblea Constituyente” prometía dotar al país de un ordenamiento constitucional reformado que reuniría diferentes demandas y propuestas tanto de organismos políticos como organizaciones civiles de la sociedad boliviana. Estaba programada su puesta en marcha en agosto del mismo año (previamente se debía someter a elección a los miembros que la conformarían).

El 1 de marzo de 2006, con motivo del debate sobre la ley especial de convocatoria para la Asamblea Constituyente a iniciarse la tarde de ese día en el Congreso Nacional, el diputado del MAS, Jorge Ledezma, aseguró que, si bien los parlamentarios de los distintos frentes adelantaron que asistirían a la sesión con total predisposición para iniciar un diálogo amplio que permitiese definir los puntos divergentes, no se vislumbran consensos, añadiendo que si los partidos políticos PODEMOS (Poder Democrático y Social), UN (Unidad Nacional) y el MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) no flexibilizaban sus posiciones, entonces el partido de gobierno (MAS) convocaría a los sectores sociales y sindicales del país para que se movilicen en demanda de la aprobación de la convocatoria (Diario Nacional La Razón, 1 de marzo de 2006, p. 1). Nótese el protagonismo de los sectores sociales y sindicales.

En los años previos (al 2006), Bolivia vivió manifestaciones democráticas importantes que restaron estabilidad en el orden

del ejercicio y juego democrático de los partidos políticos y de las organizaciones sociales. A partir de mediados de la década de los ochenta, una de las principales está dada por la emergencia, consolidación y predominio que han alcanzado los movimientos sociales de masas, que en la arena política no solo han llevado a la renuncia de presidentes constitucionalmente elegidos, sino que han culminado de una y otra manera con la asunción al mando del Estado por el primer indígena cocalero, como es Evo Morales.

Esta característica de importante movilización popular es la que ha distinguido al país en la tradición combativa de la clase obrera, rasgo distintivo que en los primeros años del nuevo milenio se ha desarrollado en Bolivia más que en la mayoría del resto de países latinoamericanos, luego de un período de relativa estabilidad política, que llama a preguntarse qué será tan especial en la cultura política del país, acaso como cuestionó John Crabtree (2005, p. 93),“¿será que la falta de canales más formales de participación política ha contribuido al clima de protesta?” En este contexto, el objetivo de este artículo fue caracterizar los movimientos sociales en Bolivia e identificar su importancia a inicios de del año 2006.

MÉTODO

La investigación se desarrolló bajo el paradigma naturalista y se sustenta en la base teórica y estado del arte referente a movimientos sociales en el mundo en general y en Bolivia en particular. Metodología que permitió identificar los alcances de los movimientos sociales, la teoría que se gestó a finales del siglo XX y los antecedentes generales que justifican el desarrollo y evolución de movimientos sociales en Bolivia. Asimismo, se sistematizó la información disponible en hemerotecas físicas y digitales identificando artículos y noticias relacionadas con el tema, publicadas entre el periodo 1980-2006.

Los resultados se presentan en cinco apartados: [1] Antecedentes; [2] Alcance de los movimientos sociales; [3]

Aproximación a una clasificación de los movimientos sociales; [4] Clasificación de los movimientos sociales en Bolivia; [5] Teoría de los Movimientos Sociales a finales del Siglo XX y; [6] Movimiento Social y Masa Social en Bolivia.

RESULTADOS

Antecedentes

La importante movilización popular boliviana se intensificó en los primeros años del nuevo milenio. Luego de un período de relativa estabilidad política, surgieron movimientos sociales, a partir de la llamada “Guerra del Agua” en el departamento de Cochabamba. En este departamento, desde los primeros años del siglo problema de escasez de un recurso vital ha provocado el levantamiento de los movimientos sociales, según explica Crabtree (2005):

En Cochabamba el agua ha sido insuficiente para satisfacer las demandas de todos los consumidores. Este problema de escasez y las dificultades derivadas de una distribución equitativa entre diferentes usuarios explica en parte la violenta respuesta al plan de gobierno de Hugo Banzer Suárez (en 1999) de privatizar el suministro de agua para Cochabamba; sus habitantes se vieron de pronto enfrentados a considerables incrementos del precio por consumo de agua; los usuarios de agua de riego para la agricultura, conocidos como “regantes” en Bolivia, vieron de pronto que su agua –recurso que asumían como un regalo de la naturaleza – era de propiedad de una transnacional extranjera. Por lo que a través de sus organizaciones desarrolladas a lo largo de años para defender sus derechos ancestrales (los usos y costumbres) desplegaron su lucha contra la privatización, uniendo sus fuerzas con otros consumidores principalmente urbanos y con los cocaleros del Chapare en lo que habría de tornarse en una prolongada campaña –acre y violenta pero finalmente exitosa– que obligaría al gobierno a echarse atrás (Crabtree, 2005, p. 2).

Otro evento que marcó la historia fue la “Guerra del Gas” en la ciudad de El Alto que tuvo su repunte en octubre de 2003, en la que un gran número de personas perdió la vida en el enfrentamiento con las tropas del Ejército, a cuya consecuencia se desarrolló una investigación por el Ministerio Público de la Nación contra el expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada y sus colaboradores, quienes estuvieron en función de gobierno en ese entonces, con miras hacia la acusación formal de éstos a ventilarse en juicio de responsabilidad en la Corte Suprema de Justicia; y como lo señala el citado autor (Crabtree, 2005), la violencia política no es ajena en Bolivia, sin embargo, las confrontaciones que tuvieron lugar el 12 de octubre de 2003 (recordado como “octubre negro”) fueron más letales en la memoria reciente del país , de modo que la política en las calles resurgió como indicador de la falta de fe en las instituciones parlamentarias. En palabras de Crabtree, (2005, p.15):

Dos presidentes fueron obligados a renunciar en menos de dos años en Bolivia. La fuerza de la movilización popular se hizo patente una vez más en la política boliviana. En octubre de 2003, durante poco menos de dos semanas, los ciudadanos de El Alto le hicieron frente a su gobierno en las calles hasta derrocarlo y obligar a Gonzalo Sánchez de Lozada, un presidente sin ninguna popularidad, a renunciar y huir hacia los Estados Unidos. En junio de 2005, la población de El alto flexionaría una vez más sus músculos para protagonizar gigantescas manifestaciones que finalmente convencieron a Carlos Mesa Gisbert de que no tenía más remedio que abdicar. Eduardo Rodríguez Veltzé, hasta entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, asumió la presidencia. En ambas ocasiones, los alteños fueron respaldados por protestas en todo el país e impusieron un torniquete económico alrededor de la sede de gobierno para impedir el ingreso de alimentos y combustible por las principales rutas de acceso a la ciudad de La Paz. El tema principal en ambos casos fue el uso que haría el gobierno de las reservas de gas del país. La denominada “Guerra del Gas” de 2003 tuvo su origen en su intención de exportar gas boliviano a los Estados Unidos a través de Chile, país considerado

tradicionalmente “enemigo” de Bolivia. Aun cuando no habían previsto que la protesta acabaría por derrocar al presidente y a su gobierno, ésta fue una importante reafirmación del “poder popular” de la política boliviana y ciertamente, de América Latina.

Alcance de los movimientos sociales

De acuerdo con el análisis que realiza al respecto el sociólogo Anthony Giddens (1998), un movimiento social puede definirse como un intento colectivo de luchar por el interés común para garantizar que se alcance un objetivo compartido, mediante una acción colectiva que tiene lugar al margen de la esfera de las instituciones establecidas. A decir de Giugni et al. (1999), los movimientos sociales surgen cuando las personas no tienen la oportunidad de hacerse oír sus aspiraciones. Algunos movimientos sociales son muy reducidos, quizá componiéndose únicamente de docenas de miembros, otros pueden incluir a miles o incluso millones de personas. Los hay aquellos que llevan a cabo sus actividades respetando las leyes de la sociedad en la que existen, mientras que otros operan de forma ilegal o clandestina. Los movimientos sociales no necesariamente son de una u otra forma; pueden combinar aspectos legales e ilegales (Tilly & Wood, 2009).

Con frecuencia las leyes se modifican, parcial o totalmente, como resultado de la acción de los movimientos sociales. Por ejemplo, los grupos de trabajadores que llamaban a la huelga a sus miembros solían estar haciendo una actividad ilegal, penada con un grado variable de severidad según los distintos países. Finalmente, sin embargo, las leyes se modificaron, convirtiéndose la huelga en una táctica aceptada dentro del conflicto industrial (Arnold et al., 2005). Por el contrario, otras formas de protesta económica todavía son ilegales en la mayoría de los países.

El alcance de las leyes es una forma de medir la fuerza del movimiento social pero no es la única, existen transformaciones de orden simbólico y de cultura política. El cambio de leyes puede responder a presiones sociales, pero es tan significativo como

estos otros cambios.

Asimismo, se puede citar al politólogo boliviano Luis Tapia (2002) que anota lo siguiente:

Un movimiento social empieza a configurarse cuando la acción colectiva empieza a desbordar los lugares estables de la política, tanto en el seno de la sociedad civil como del Estado, y se mueve a través de la sociedad buscando solidaridades y aliados en torno a un cuestionamiento sobre los criterios y formas de distribución de la riqueza social o de los principios de organización de la misma sociedad, estado y gobierno (...) Lo propio de un movimiento social no es quedarse en un lugar o constituir un espacio político especial al cual circunscribirse. Los movimientos sociales son un tipo de configuración nómada de la política. Una condición de su desarrollo es circular por los varios lugares políticos existentes promoviendo sus objetivos, publicitando sus demandas, fines y proyecto. En este sentido, un movimiento social es como una ola de agitación y desorden a través de las formas tradicionales e institucionalizadas de la política (...) Un movimiento social es acción colectiva más allá de la sociedad civil, aunque en su desarrollo vaya también constituyendo lugares en la sociedad civil a modo de posiciones en un campo de batalla y un conflicto más amplio e inestable.

Por su parte, García et al. (2004), han puntualizado que los movimientos sociales no son solo actividades de protesta y reivindicación, sino por sobre todo constituyen estructuras de acción política. Son políticos, porque los sujetos de interpelación son el Estado (abolición de la ley de aguas, anulación de contratos de privatización, suspensión de la erradicación forzosa, territorialidad indígena, asamblea constituyente) y el sistema de instituciones supraestatales e internacionales de definición de las políticas públicas, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la inversión extranjera; e inclusive está presente la propia afirmación de una política de identidad

indígena.

Asimismo, los movimientos sociales tienen una dimensión dual renovadora-conservadora / unificadora-separatista, y ellos mismos son escenarios de tensión y confrontación de estas conflictividades, siendo renovadores en determinados aspectos de la vida social (participación, igualdad entre culturas, distribución de la riqueza, modelo económico, etc.), empero conservadores en otros de la organización social (discriminación de la mujer, caudillismo) (García et al., 2004). En este tema de la discriminación de la mujer, queda abierta la pauta de investigación en Bolivia y en el mundo de los límites y conquistas de la cultura de género en el desenvolvimiento de los movimientos sociales.

Esto implicaría reivindicaciones específicas junto a reivindicaciones nacionales que abarcan al conjunto de toda la población; característica de los movimientos sociales en Bolivia.

Como se puede apreciar, los movimientos sociales surgen a través de las posiciones que van adoptando fuera de las tradicionales instituciones de la sociedad, porque no encuentran espacios de expresión y de acción para sus reclamos en los canales formales del gobierno y del Estado. Cuestionan la forma de distribución de la riqueza social, o los principios de organización de la sociedad, del Estado o del gobierno y de las estructuras supraestatales. En ese contexto, se hace necesario precisar qué clases de movimientos sociales existen o pueden vislumbrarse en general, y en Bolivia en especial.

La relación movimientos sociales y Estado, en Bolivia a inicios del 2006, tendía a reconfigurarse con un gobierno que decía representar a las organizaciones sociales, particularmente las cocaleras sindicales. Al respecto, cabe preguntarse si en ese entonces se mantenía la autonomía de los movimientos sociales, pues el gobierno no se planteaba como un ente aparte (tampoco en la actualidad).Surgieron formas de participación nuevas donde

el ejecutivo subsumió y atendió reclamos de ciertos movimientos sociales como los cocaleros, también se fue haciendo más accesible el entendimiento del gobierno y movimientos sociales otrora obstaculizadores y opositores al ejecutivo, tales como algunas organizaciones indígenas-campesinas, laborales, gremiales, estudiantiles. Si bien existían organismos sociales que respondían a reivindicaciones sectoriales, como los maestros, transportistas, sindicatos diversos y otros, sus reclamos interrumpían constantemente la normal gobernabilidad del Órgano Ejecutivo.

Aproximación a una clasificación de los movimientos sociales

Se pueden distinguir diferentes formas de clasificar los movimientos sociales. Quizá la más exhaustiva como señala Giddens (1998) sea la desarrollada por David Aberle (1966) que distingue cuatro tipos de movimiento: transformadores, reformistas, redentores y de alteración. Se presenta una descripción detallada a continuación.

Los movimientos transformadores pretenden un cambio global, drástico y con frecuencia violento en la sociedad en la que forman parte. Por ejemplo, los movimientos revolucionarios o algunos de tipo religioso radical. De igual modo, muchos movimientos milenaristas han previsto una reestructuración más o menos completa de la sociedad cuando llegue la era de la salvación. En Bolivia, no se ha identificado un movimiento social transformador de los alcances descritos.

Los movimientos reformistas solo aspiran a modificar algunos aspectos del orden social existente; les interesan tipos específicos de desigualdad o injusticia. Un ejemplo en el 2006 es el grupo Life (vida), y otros que, como él se oponen al aborto. No necesariamente lo reformista implica que esté ligado a la norma de un estado. Pueden existir movimientos que están a favor del aborto y solo defienden esta postura. A estos movimientos, así como a los transformadores, les interesa principalmente producir cambios en la sociedad. En Bolivia, se podría asimilar

al Movimiento Sin Tierra (MST) como movimiento reformista, porque responde a una problemática estructural de demanda de tierra por parte de los pequeños productores campesinos o urbanos, y por otro lado, responde también a los efectos de las normativas sobre tierras referidas al saneamiento, cuyos resultados no han sido los esperados por pequeños productores con poca o ninguna propiedad rural. De esa manera, el primer grupo del MST se fundó en el año 2000, precisamente en un acto de ocupación de tierras, en uno de los epicentros del conflicto agrario,en la provincia Gran Chaco, en Tarija, donde la presencia de latifundios y grandes extensiones contrasta con la situación de alquiler de tierras, de explotación de peones y jornaleros que viven en condiciones de “semiesclavitud”. Desde la creación del MST se ha ido desarrollando una red nacional de miembros en regiones que, como el Chaco, Choré, Potosí y Apolo (norte de La Paz) han sido áreas de conflicto por la posesión de tierras (García et al., 2004).

Los movimientos redentores intentan rescatar a las personas de formas de vida que se considera que les corrompen. Muchos movimientos religiosos corresponden a esta categoría cuando se concentran en la salvación personal. Ejemplos de ello, son las sectas pentecostales, que creen que el desarrollo espiritual del individuo indica realmente su valía. Lo espiritual está planteando su propia redención individual.

Finalmente, los movimientos de alteración, que serían más propiamente organizaciones con fines de modificación de conductas individuales, que intentan lograr un cambio parcial en los individuos. No pretenden conseguir una modificación completa de los hábitos de las personas, sino que se preocupan por cambiar ciertos rasgos específicos. Son ejemplos las organizaciones de Alcohólicos Anónimos y grupos afines.

Clasificación de los movimientos sociales en Bolivia

En Bolivia existen muchos movimientos sociales de origen campesino, indígena, obrero sindical y de clases medias. García et al. (2004), identifican los movimientos sociales activos en el año 2004 en este país: Central Obrera Boliviana (COB); Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB); Confederación De Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB); Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia (CSCB); Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ); Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz (CPESC); Coordinadora de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba (COCA TRÓPICO); Consejo de Federaciones de Campesinos de los Yungas (COFECAY); Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa” (FNMCB-BS); Movimiento Sin Tierra (MST); Federación de Juntas Vecinales- El Alto (FEJUVE EL ALTO) y; Coordinadora del Agua y el Gas y Federación Departamental de Regantes de Cochabamba (FEDECOR). Esta clasificación no incluye a otros dos movimientos sociales muy importantes y poco estudiados, como son los Niños y adolescentes trabajadores, y los movimientos de género, como algunos de gays o lesbianas, precariamente organizados a inicios del año 2006.

Además, a este grupo diverso de movimientos sociales en el país, habría que añadir el sector de los trabajadores mineros jubilados, que en agosto de 2000 iniciaron su primera marcha de protesta por el incremento de su renta vitalicia básica de BOB 550.00, y tras otras marchas y negociaciones con el gobierno, que los obligó a retornar produciendo la muerte de seis rentistas junto a otras cuatro personas por el choque de dos buses en los que se forzaba su regreso; posteriormente, el 17 de enero de 2003 arribaron 20.000 marchistas a las ciudades de El Alto y La Paz para transar el incremento de la renta jubilatoria a BOB 850.00 (Crabtree, 2005).

Estas tipificaciones de los movimientos sociales responden a la teoría y el estado del arte que permitió estudiarlos de manera

sólida y sistematizada. Uno de los elementos que ha dinamizado la teoría misma han sido las diversas dinámicas que los movimientos sociales han tenido. Es decir, se requiere una teoría, pero la única manera de comprender ésta, es entendiendo qué tipo de acciones se han producido, de lo contrario se adecua la realidad a la teoría. Por su precedencia e importancia. Se presenta una síntesis de lo que ha significado la teoría de los movimientos sociales a finales del siglo XX.

Teoría de los Movimientos Sociales a finales del siglo XX

En este apartado destacando que la teoría sobre los movimientos sociales se encuentra muy desarrollada, se exponen las tres aproximaciones principales que se producen a finales de los años noventa y que fueron identificadas por Aranda (2000): [1] teoría de la conducta colectiva; [2] teoría de la movilización de recursos (cuya continuidad es el Enfoque de oportunidades políticas); [3] las concepciones de los “nuevos movimientos sociales” (que dan contexto a la situación que se vivió en Bolivia a principios de 2006).Y también se enfatiza en: [4] la teoría de los procesos enmarcadores, que deriva de los principales aportes del interaccionismo simbólico, precisados por García et al. (2004).

La postura de la conducta colectiva es aceptada como las pioneras en los estudios de los movimientos sociales. Entre sus seguidores están varios sociólogos de la Escuela de Chicago, como Ralph Turner y Lewis Killian; Talcott Parsons y sobre todo Neil Smelser (1962) quien formalizó y clarificó el planteamiento. Los defensores de esta orientación consideran a los movimientos sociales como reacciones semiracionales a condiciones anormales de la tensión estructural, entre las principales instituciones sociales. Esa tensión produce un inadecuado funcionamiento del sistema social en su conjunto. Smelser(1962) explicaba el mecanismo de la emergencia de los movimientos sociales, donde éstos son el síntoma y expresión de una sociedad enferma.

La segunda aproximación importante es la “movilización de recursos”. Entre sus principales exponentes están Tilly (1977,

1978, 1984), Zald y Ash (1966), Zald y McCarthy (1979, 1987) y Kistchelt (1986), quienes rechazan que los movimientos sociales sean respuestas racionales y novedosas a nuevas situaciones y oportunidades en la sociedad. Más bien, los movimientos son vistos como formas innovadoras de participación política, la cual crea y toma nuevos recursos políticos disponibles en las modernas sociedades democráticas. Los movimientos son percibidos como grupos de presión emergentes o como partidos embrionarios, y no son vistos como patologías sociales, sino que surgen como parte de los procesos políticos y tienen objetivos precisos. Tilly diferencia repertorios reactivos y preactivos de la movilización. Los primeros se relacionan con acciones de protesta dirigidas a resistir la intromisión de fuerzas externas en el control de recursos colectivos, en tanto que los segundos buscan la conquista de algún derecho que no existía anteriormente. Otro tema de preocupación de esta corriente es el devenir del movimiento que, dependiendo de: su composición interna, del grado de receptividad del sistema de gobierno y de los objetivos, podrá institucionalizarse, priorizar la prestación de servicios remunerados a sus miembros o bien acentuar los incentivos sociales de solidaridad con los sectores sociales de base.

La tercera posición relevante es la de los “nuevos movimientos sociales”, con los aportes de Habermas (1981 y 1987) y Offe (1985 y 1990).Estos movimientos se manifiestan como un síntoma y a la vez posible solución de las contradicciones inherentes a la moderna sociedad súperburocrática. Los movimientos sociales articulan la tensión que se genera entre la esfera en extensión de la autonomía humana y la creciente regulación implícita en la lógica del desarrollo postindustrial. Se trata de las contradicciones entre el individuo y el Estado: nuevos valores que cuestionan el estado de cosas, a partir de intereses sociales universales.

Finalmente, la teoría de los “procesos en marcadores”, retomando los principales aportes de los interaccionistas simbólicos Blumer (1969) y Goffman (1974), hace referencia a los significados compartidos, las estructuras simbólicas y los esquemas cognitivos que organizan la percepción y la dirección

de la acción colectiva. En ese sentido, los marcos son estrategias conscientes de grupos de personas para dotar continuamente al movimiento de esquemas referenciales de acción. Ello requiere: capacidad de diagnosticar el problema que afecta al colectivo, identificar quiénes son los componentes actuales y potenciales del movimiento y la agencia, justificación moral de la acción, además de la posibilidad del triunfo. Un componente central que recorre estas construcciones simbólicas es la injusticia, pues la forma moral de los adherentes es con mucho el primer recurso colectivo que luego puede habilitar otros de tipo material y político. Ahora bien, todo movimiento social es una maquinaria social de producción de significaciones de la sociedad, y la resonancia de los “marcos” puede contribuir a la eficacia de los discursos y rituales sociales escenificados.

Las dos penúltimas aproximaciones explican de manera más clara, coherente, objetiva y real el surgimiento y dinámica de los movimientos sociales en Bolivia, pues los conciben como formas innovadoras de participación política que surgen en medio de las contradicciones inherentes de la moderna sociedad que como diría Habermas (1981 y 1987) y los seguidores de la denominada Escuela de Francfort, se ha tornado irracional.

Uno de los muchos aspectos que abarca la teoría de los movimientos sociales, está dado por la distinción entre masa y movimiento social, que se considerará brevemente en el siguiente apartado, desde la perspectiva zavaletiana del análisis de la historia boliviana.

Movimiento Social y Masa Social en Bolivia

Esta parte se liga a reflexiones propias desde la misma Bolivia, donde las categorías de análisis están tomadas del marxismo expuesto por René Zavaleta Mercado (1986, 1987 y 2006) - pero a su vez, son adaptadas a una realidad concreta, que constituye el mejor ejemplo de cómo los movimientos sociales crean una manera de concebir nuevas teorías.

Los movimientos sociales emergentes la Bolivia de 2006,

hacen referencia a una activa participación de masas populares de diversos sectores en períodos críticos de la historia del país, y para comprenderlos mejor es preciso acudir a la concepción que ensaya René Zavaleta Mercado de las “masas bolivianas” como una forma concentrada de revelación de la sociedad civil abigarrada boliviana, una de cuyas características es cierta sostenida tendencia a rebasar y desordenar un Estado político capaz de oprimirlas, pero nunca de contenerlas (Rejas, 2002).

“La fuerza de la masa” concebida por Zavaleta (1987), impidió que las mediaciones graduales corrupción-terror-inteligencia, en la transición del gobierno de Hugo Bánzer Suárez de los años setenta al período de Walter Guevara Arze, tuvieran éxito sólo en las superficies más aparentes, es decir, el control recaía solo sobre aquellos que podían ver, y no así sobre la sociedad en su conjunto, que no estaba a su alcance (Rejas, 2002).En su análisis de la “fuerza de la masa” en el periodo Bánzer Suárez – Guevara Arze, René Zavaleta Mercado hace una distinción entre “pueblo boliviano”, “masa” y “clase obrera” (Rejas, 2002). El primero concebido como un concepto macro sociológico anónimo y muy genérico, asimilable a “sociedad civil”, el cual sufrió la peor represión en las experiencias de América Latina, después del triunfo de Banzer en agosto de 1971. Sin embargo, una parte de la “masa”, un sector de esa sociedad civil apoyó decididamente a Banzer. Lo que permite concluir que la “masa” no es en ningún momento lo mismo que la “clase obrera”, que el “pueblo oprimido y hostigado”. Pudiendo una parte de ella identificarse con intereses burgueses y no precisamente populares.

Por lo que si bien cabe rescatar lo afirmado por Luis Tapia, en sentido de que la idea de masa es una especie de sujeto e intersubjetividad compuesta, sin embargo, se debe desvirtuar su aseveración de que está elaborada con base en la idea de clase y centralidad proletaria, por cuanto como se ha visto, la noción de “masa” no implica necesariamente un referente de centralidad proletaria, pues pueden existir masas burguesas o de capas intermedias de la sociedad, que representen a esos intereses y no estrictamente a los del proletariado, como aconteció en el golpe

de Estado banzerista de 1971.

Por otra parte, vale destacar que es muy enriquecedor el aporte de Tapia (2002) que se remite al surgimiento de las masas en acción cuando la historia ha preparado las condiciones y los sujetos al efecto:

No en cualquier crisis aparecen masas en acción. Las hay cuando la historia ha preparado las condiciones y los sujetos. La preparación de la masa en la historia boliviana contemporánea está dada por la configuración de la centralidad proletaria y el proceso de irradiación de la clase obrera que acaba convirtiendo a su organización matriz nacional, la Central Obrera Boliviana (COB), en el alma de la sociedad civil (…) Si es que la masa es un modo de separarse de las estructuras de dominación cotidianas, que es lo que pone en crisis al estado, esto implica que en la separación se empieza a vivir por sí mismo, es decir, con un grado de auto referencia. Como la masa es una forma de acción política, su existencia es una forma de autodeterminación (Tapia, 2002, p. 264 y 265).

CONCLUSIONES

La concepción real de los movimientos sociales en general, y en Bolivia en particular, permite concluir que los movimientos sociales constituyen intentos colectivos políticos, económicos, sociales y culturales que cuestionan la forma de distribución de la riqueza social, o los principios de organización de la sociedad, del Estado o del gobierno. En Bolivia la participación de los movimientos sociales ha sido más activa a partir del siglo XXI, demostrando una emergencia sucesiva destacable, más que en la mayoría del resto de los países latinoamericanos, poniendo en entredicho la viabilidad de las instancias formales de expresión y acción del gobierno y del Estado para responder y resolver los reclamos de estos movimientos sociales.

La singularidad de esta expresión de movilización boliviana parece recaer en dos aspectos principales: la mayor toma de

conciencia de los movimientos sociales de su rol protagónico en la cultura política del país, y el mayor control de autoridad y poder de decisión que la dinámica que esta forma de organización les ha permitido.

Considerando la configuración del gobierno de Bolivia en el año 2006 y la presencia y accionar de los movimientos sociales de ese momento histórico, ya se podía perfilar que el sistema de gobernabilidad se mantendría en un juego dinámico y estable de exigencia y concesión de determinadas reivindicaciones que no debilitaría al órgano ejecutivo, liderado por el entonces presidente constitucional Evo Morales Ayma.

Se identificó que, en el momento histórico vivido en 2006, la concertación de acciones con el gobierno de Cuba representada por Fidel Castro y Venezuela, presidida por Hugo Chávez, permitieron hipotetizar que el curso que asumirá Bolivia podría vincularse con autoritarismos afines que se daban en ese momento en estos otros dos países. Donde cabe indagar cómo se resolvía en éstos la problemática de los movimientos sociales, que influyó en el encaramiento boliviano al respecto.

REFERENCIAS

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